Armonizar el color

Técnicas y consejos

Tras acercarnos a las gamas cromáticas, hoy hablamos de cómo armonizar el color. Ya conocemos los conceptos frío-cálido, primario-secundario, por lo que, partiendo de ahí, podemos realizar todas las combinaciones que deseemos de cara a alcanzar una composición cromática.

Para conseguir una armonía nos decantaremos siempre por tonos similares, mientras que si lo que queremos es obtener contraste y complementariedad, usaremos los contrarios.

Cuando intentéis plasmar una atmósfera unificada tened en cuenta la colocación de los colores, así como qué aportan unos junto a otros. De esta manera, conseguiréis la armonía deseada. En el caso de que no busquéis contraste deberéis matizar los tonos contrarios, de tal forma que uno junto al otro no conlleve una sensación estridente para quien observa la obra.

Pondremos un ejemplo:

Para pintar un bodegón de frutas con naranjas y limones, en el que intervienen diferentes tonalidades que el pintor debe saber integrar, dibujamos primero el plato en rojo. Sobre este tono se van incorporando naranjas, amarillos y verdes. Se trata de tonos cálidos que combinan muy bien.

Después se incorporan tonos fríos, pero matizados, con el objetivo de que queden integrados con el resto de tonalidades. Para el fondo del cuadro podemos elegir un violeta porque combina bien con las frutas de color cálido. Además, escogeremos el azul oscuro para las sombras y lo matizaremos para no desentonar.

Finalmente, podemos oscurecer el color de las frutas por la parte que está sombreada. Así, el azul se fundirá en la oscuridad general de la obra.

Con estos simples pasos conseguiréis armonizar el color. Un cuadro puede contener muchos colores, pero sólo será armónico si se utilizan de forma correcta y con los matices necesarios. Ya podéis empezar a coser los colores con sutileza; así crearéis verdaderas obras de arte.

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Gamas cromáticas: fríos, cálidos y quebrados

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Hoy vamos a acercarnos a las gamas cromáticas que la paleta ofrece al artista. Podréis elegir entre colores fríos (del azul al magenta), cálidos (del magenta al amarillo) y quebrados (marrón y grises), según la atmósfera que os propongáis crear. Hablamos de sensaciones, que indudablemente se transmitirá a quien observe la obra.

Generalmente decimos que un cuadro es frío si en él dominan los tonos azules, verdes y violetas, mientras que decimos que es cálido cuando abundan los amarillos, ocres, rojos y naranjas.

Colores fríos

El color más frío es el azul, por lo que cuanta mayor carga de este color tenga un tono, más frialdad conseguiremos. Los colores más cercanos al azul en el círculo cromático conforman la gama fría, entre ellos algunos verdes y violetas. Sin embargo, cuanta más cantidad de color cálido usemos para formar el verde o el violeta, menos frío se vuelve.

Colores cálidos

Si lo que queréis obtener es cercanía y calidez, probad a usar los colores cálidos: amarillos, ocres, rojos y naranjas, así como los carmines y terrosos. Aunque los ocres y marrones se ubican en la gama quebrada, la gran cantidad de rojo y amarillo que tienen los vuelve cálidos.

En todo caso, la luz que incide en un cuerpo u objeto determina su color. Así, éste dependerá de la hora del día y de la luz que recibe, que condicionará la dominación de fríos o cálidos. Los cuerpos que se encuentran más cerca de la persona que observa la obra tienen unos matices más cálidos.

Colores quebrados

Los colores quebrados son el marrón y los grises, que se obtienen de mezclar los tres primarios (amarillo, azul y rojo) en diferentes proporciones. En concreto, en los grises hay una carga bastante grande de azul y en los marrones dominan los rojos y amarillos.

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Dibujar apuntes: conseguir soltura

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El miedo al lienzo en blanco se puede combatir. Sólo necesitas un lápiz, un papel y ganas de experimentar con total libertad. Es lo que llamamos tomar apuntes o ensayar cuadros, una práctica que te ayudará a aprender a pintar con más soltura. Se asemeja al escritor que escribe sin moldear palabras; las plasma según le brotan, ejercita su escritura y gana singularidad.

El apunte se dibuja sin preocupaciones, sin cautelas, sin condicionamientos o barreras. Prueba sin miedo a equivocarte e irás ganando oficio.

Hazte con un bloc y un lápiz que sea blando, como el 4B o 6B. También puedes dibujar con cretas, rotuladores (negro, siena, ocre y gris) o con tinta china y plumilla. Cuando hayas elegido el material que más te guste, lánzate a dibujar con absoluta libertad.

¿Y qué dibujo? Hay infinidad de temas en todas partes. En casa, en la calle, en el autobús, en el parque, en el bar, en el supermercado… Dibuja apuntes, unos más sencillos, otros más complicados, según el tiempo del que dispongas.

Van Gogh decía que “dibujar apuntes es como sembrar para después recoger cuadros”. La constancia, importante en muchos aspectos de la vida, también lo es en la pintura. El dibujo de apuntes es un ejercicio que perfecciona la técnica y el oficio, además de dar rienda suelta a la creación espontánea y única de cada artista.

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Miremos al cielo

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Hoy alzamos el vuelo. Levantamos la mirada y la fijamos en el cielo. En una pintura de paisaje todos los elementos de la obra hablan, pero el color y volumen que el artista otorgue al cielo será clave para crear el alma del cuadro: oscura, tenue, plana, radiante, alegre…

En las pinturas de paisaje suele marcarse un horizonte terrestre con el objetivo de establecer una referencia para representar la imagen que deseamos crear. Cualquier técnica es adecuada para el tema, pero la acuarela puede prestarse más al paisaje, ya que permite fundir y degradar. Es perfecta para plasmar lo vaporoso de un cielo nublado.

Proponemos tres consejos:

  1. El cromatismo del terreno y sus elementos se verán claramente condicionados por un cielo nuboso. De esta forma, los colores oscuros y grises de las nubes se reflejarán en la vegetación y terminarán integrados en el colorido general del cuadro.
  2. Al pintar un cielo nublado los colores húmedos posibilitan infinidad de fusiones e intervenciones con el pincel. Se pueden abrir luces con los grises eliminando pintura con un pincel seco. Así se pueden crear blancos difuminados.
  3. Los blancos que el pintor decide abrir en una zona determinada de la obra aumentan su intensidad si los colores que los rodean son muy oscuros. Es importante elegir una zona concreta del papel y rodearla de azules intensos.

Esperamos que estos pequeños consejos os hayan servido de ayuda y os lancéis a pintar paisajes con más seguridad. Tened siempre presente la importancia del cielo en este tipo de obras y levantad la mirada cuando caminéis por la calle. El cielo siempre sorprende.

 

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