Pintar la luz

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Pintar la luz es un reto para cualquier artista. Puede parecer imposible, puede considerarse hasta magia, pero podéis conseguirlo trabajando la observación en vuestra vida diaria y practicando con temas luminosos y sombríos a la vez. Abrid bien los ojos cuando caminéis por la calle o deis un paseo por la naturaleza: la luz cuenta cosas.

En la pintura la luz y la sombra nos pueden servir para dar volumen a los cuerpos y los objetos. Al aplicar la luz y su sombra, se manifestará su relieve. Así, el dibujo lineal queda a un lado cuando aparece la aplicación de la luz.

Hay que tener en cuenta que según sea la luz, natural o artificial, el efecto sobre los objetos será diferente. La luz del sol se proyecta de forma paralela, por lo que las sombras siguen direcciones iguales. Sin embargo, la propagación de la luz artificial es radial.

Utilizaremos tonos claros para representar la luz, pero los conseguiremos de forma distinta dependiendo de la técnica que empleemos (óleo, acuarela, grafito…). Así, en acuarela la luz puede obtenerse a través de la transparencia con el soporte, mientras que en óleo lo haremos añadiendo blanco al color.

En cuanto a las sombras, nos tendremos que fijar si varía o no el color. En el caso de sombras monocromáticas, podemos aplicar un degradado del color principal. Si hay variación de color, se aplicarán contrastes cromáticos de una o varias gamas. En general, es preferible evitar expresar las sombras sólo con un color porque en las zonas oscuras hay muchos tonos.

Finalmente, tened en cuenta que la sombra será más intensa cuanto más fuerte sea la iluminación y que el claroscuro es muy importante para dar a los objetos su forma tridimensional.

Esperamos que estas nociones básicas sobre luces y sombras en la pintura os hayan servido y podáis lanzaros a hacer magia con más seguridad.

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